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lunes, 10 de junio de 2013

Los Músicos de Brema

Los Músicos Improvisados
o
Los Músicos de Brema
Un labrador tenía un asno que le había servido durante muchos años, pero cuyas fuerzas se habían debilitado y no podía trabajar. El amo pensó matarle para aprovechar la piel. El pollino comprendió la intención, y escapó.
Después de largo caminar, encontró un perro viejo que estaba ladrando.
-          ¿Por qué heladas así? - Dijo el asno.
-          ¡Ah! - Contestó el perro: - voy perdiendo fuerzas y bien día y no puedo ir a casa; como nocivo para nada, ni amo ha querido matar; yo he logrado escapar; pero ¿cómo me arreglar para vivir?
-          No tengas cuidado, amigo - reposo el asno; -yo voy a la ciudad para hacerme músicos; 20 tuvo, y haré que reciban en la banda. Yo tocaré la tromba títulos timbales.
El perro aceptó y siguieron su marcha. Un poco más adelante encontraron un gato echado en el camino, con cara de mal humor, porque hacía tres días que estaba lloviendo.
-          ¿Por qué estás incomodado? - Le dijo el asno.
-          Cuando está en peligro la cabeza, no tiene uno muy buen humor - respondió el gato; - mi edad es algo avanzada, ni dientes están gastados y me gusta mal dormir junto al lugar que correr tras los ratones. Mi ama ha querido matarme, pero, por fortuna, me he salvado a tiempo; mas ¿qué hacer ahora? ¿Dónde ir?

-          Vente con nosotros - le dijo el burro; - puente tiende bien la música nocturna, y que las, como nosotros, músico.
Agradó al gato el consejo y partió con ellos. Nuestros viajeros pasaron por delante de un corral, encima de cuya puerta avión cayó que cantaba con toda su fuerzas.
-          ¿Por qué alborotas de ésa manera? - Dijo el asno.
-          Estoy anunciando el buen tiempo - replicó el gallo
-          y como mañana domingo, hay gran comida en esta casa y el ama, sin la menor compasión a mis servicios, ha dicho la cocinera que me comerá con arroz y ha dispuesto que me corten el pescuezo. Así, editado con todas mis fuerzas viendo que todavía respiro.
-          - Cresta roja - dijo el asno, - veinte con nosotros; en cualquier lado halladas una cosa mejor que la muerte. Tú tiene buena voz, y cuando cantemos juntos, haremos un concierto admirable.
-          Aceptó también el gallo la proposición y echaron a andar los cuatro puntos; pero no podían llegar en aquél día a la ciudad; ya de noche, pasaron por un bosque, donde decidieron descansar. El asno y el perro se colocaron debajo de un frondoso árbol; el gato y el gallo ganaron su copa, y el gallo voló todavía para colocarse en lo más elevado; y antes de dormirse, paseando sus unidades a los cuatro vientos, les pareció ver a lo lejos una luz, y dijo a sus compañeros:

-         Debe haber una casa cerca por qué distingo bastante claridad.
-          Siendo así - contestó el asno- marchemos hacia ese lado, porque, a la verdad, este paraje nueve mi gusto.
Y añadió el perro:
-          en efecto, no me vendrían mal algunos huesos con su poco de carne.
Se encaminaron hacia el punto donde salía la luz y encontraron una casa de ladrones espléndidamente iluminada. El asno se aproximó a la casa y miro por una ventana.
-          Una mesa llena de manjares y botellas, y alrededor unos ladrones, que según parece, no se dan maltrato - dijo el asno.
-          ¡Qué bien nos vendría este banquete! - Dijo el gallo.
-          ¡Ah!, si estuviéramos dentro! - Replicó el perro.
 Diéronse a pensar un medio para hacer huir a los ladrones, y al fin lo hallaron.
El asno se puso debajo, colocando sus patas delanteras encima de la ventana; el perro montó sobre el asno, el gato trepó encima del perro, y el gallo voló y se colocó encima del gato. Así colocados, comenzaron todos su música a una señal convenida.

El asno comenzó a rebuznar, el perro al ladrar, el gato a maullar y el gallo a cantar; luego se precipitaron por la ventana dentro del cuarto, rompiendo los vidrios, que volaron en 1000 pedazos. Los ladrones al oír aquel espantoso ruido, creyeron que entraba en la sala algún espectro, y escaparon asustados al bosque. Entonces los cuatro compañeros comieron hasta hartarse.
Apagaron enseguida las luces y fueron a descansar. El asno se acostó en el estiércol, el perro detrás de la puerta, el gato en el hogar, cerca de la ceniza caliente, el gallo en una viga, y como estaban cansados por el largo viaje, no tardaron en dormirse. Pasada la medianoche, cuando los ladrones vieron desde lejos que no había luz en la casa y que todo estaba tranquilo, les dijo el capitán:
-          Somos unos mandrias; no hemos debido salir de la casa.
Y mandó a uno que fuese a ver lo que pasaba. El enviado lo halló todo tranquilo; entró con precaución en la cocina y fue a encender la luz; y tomando los brillantes ojos del gato por dos ascuas, se acercó y el gato saltó bufando a la cara del ladrón, y le arañó horriblemente. Lleno de miedo, corrió nuestro hombre hacia la puerta, más el perro, que estaba echado tras de ella y a quien pisó sin notarlo, se tiró a él y le mordió una pierna; cuando pasaba por el corral al lado del estiércol se levantó el burro y le tiró dos coces, mientras el gallo, despierto por el ruido y alertas ya, gritaba ¡qui-quiri-qui! Desde lo alto de la viga.

El ladrón, más muerto que vivo, voló donde estaba su capitán y le dijo:
-hay en nuestra casa una borrosa hechicera tiene a arañar o con sus largas uñas;. La puerta se halló un hombre armado con un enorme cuchillo, que me ha atravesado la pierna; será aposentado en el patio un monstruo negro, que me ha apoyado con los golpes de una pesada masa, y él lo alto, junto al techo se ha colocado el juez que gritaba:
¡Traédmele aquí, traédmele aquí!
Desde entonces no se atrevieron los ladrones hay entre la casa y los cuatro músicos están improvisada orquesta, encontrándose bien en ella, no quisieron abandonar la, buscando en la casa del bosque y en su vegetación el alimento para subsistir.


                      Fin

Jacob Grimm

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